ORIGEN
Su fundador, el japonés Jigoro Kano, está considerado como uno de los grandes pedagogos de su época. Su gran acierto fue elaborar un método de educación física basado en las formas de lucha de los antiguos guerreros del Japón feudal, los samurais, tras un meticuloso estudio de estas artes marciales (especialmente el jiu-jitsu). Fruto de este trabajo, amalgama de tradición pasada por el filtro de la modernidad al dictado de los cánones europeos, nace el instituto Kodokan en 1882 donde se empieza a difundir el Judo. Desde sus inicios, el propio Jigoro Kano concibe esta nueva práctica en su doble versión de educación física y moral, y pretende exportarla con carácter de práctica universal para el beneficio de la humanidad. Aunque no sin ciertas reticencias respecto al deporte concebido como espectáculo de masas y a la competición entendida en términos de vencedores y perdedores, lo cierto es que Kano se convertiría en el primer asiático en formar parte del Comité Olímpico Internacional al aceptar la invitación propuesta por el barón Pierre de Coubertain en 1909. Desde entonces, y sobre todo a partir de la 2ª Guerra Mundial, la práctica del judo ha ido creciendo contínuamente por todo el planeta y el reto competitivo debe ser entendido como una parte más de la educación integral de la persona.
PRINCIPIOS MORALES DEL JUDO
Aunque son innumerables los principios que subyacen en la práctica del judo, el judo en sentido amplio se presenta desde sus comienzos también como una doctrina de tipo moral que persigue una mejora personal en todos los niveles. El judo persigue el uso del cuerpo y de la mente de la manera más eficaz y no sólo en su práctica diaria sino para su aplicación en todos los ámbitos de la vida cotidiana. Jigoro Kano resume en dos máximas el sentido de lo que se debe entender por judo:
- Perfeccionarse uno mismo para poder ayudar a los demás;
- Utilizar la energía (física y mental) de la manera más eficiente.
Podríamos entender entonces el judo como un método de formación integral de la persona para convertirla en un buen ciudadano que pueda trabajar en provecho de toda la sociedad.